Un 24 de agosto del 2017 falleció el fundador de ésta consultora. Pasaron ya 23 años y es bueno que hagamos una pausa y recordemos su constancia y su perseverancia.
A los 50 años decidió cambiar su estabilidad, su casa y sus amigos en Santa Fe, por venir a vivirse a Buenos Aires, para iniciar un servicio de consultoría para ONGs, contable, impositiva, legal. Una decisión muy arriesgada que creo que cualquiera la pensaría mil veces antes de hacerlo. Esa decisión fue acompañada de su fiel compañera, quién hoy de vez en cuando, nos sigue visitando en las oficinas de la consultora.
Agustín y María tuvieron cuatro hijas Graciela, Gladis, Gabriela y Griselda. Siempre ha sido generoso con su familia, con sus nietos y con toda persona que lo conocía. Siempre tenía un chupetín, una sonrisa y algo para regalarte. Las reuniones con el eran muy inesperadas, siempre citaba historias, anécdotas, versículos, oraba y moldeaba sus palabras como un escultor a la piedra, o como un pintor a su cuadro.
Si tuviste el privilegio de conocer al Licenciado Agustin Aressi, sabrás que su voz respiraba la paz de Dios. Aun en sus últimos años, durante los últimos domingos que pudimos disfrutar de esos almuerzos con el, al momento del postre, el pedía una Biblia y nos leía el pasaje de 2 Timoteo 4:6 y nos recordaba que su partida estaba cercana porque había peleado la buena batalla y su carrera había terminado. Nuestros rostros se llenaban de lágrimas, porque queríamos tenerlo para toda la vida, pero en su rostro había paz, intimidad y reposo. Quizás el sentía dolores en su cuerpo por su avanzada enfermedad, pero nosotros nunca logramos enterarnos.
Escribió varios libros, quiso comprar una montaña, desarrolló varios proyectos inmobiliarios, tuvo una heladería, mudó su familia mas de 10 veces y finalmente fundó una consultora que ya lleva casi 30 años de vida, motivando a una de sus hijas y a su esposo a continuar la tarea.
Su generosidad traspasaba todos los horizontes. Quizás, seguramente, aun cuando tenía los últimos 50 pesos en su bolsillo, un día me los dio para que yo pueda comprarme mi único par de zapatillas y lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer. La llamó a la abuela y le pidió que me dé 50 pesos y era el dinero exacto que necesitaba para mis zapatillas para jugar al voley. Aunque mis padres trabajaban a full, recuerdo que aun así no podían comprarme y yo pude tener mis primeras zapatillas a los 15 años, gracias a El.
Hoy quiero recordar a mi abuelo, el Lic. Agustín Aressi, aunque algunos quieran recordar llevando tatuajes, yo prefiero prefiero hoy recordarlo con todas mis fuerzas y siempre llevarlo en mi corazón, siempre que escribo, siempre que sueño, siempre que me caigo y lo vuelvo a intentar, el abuelo Agustín está presente.
Jorge Amado Yunes